Capítulo segundo: Ker.
Unas pisadas sigilosas, pero no lo suficiente, sonaban al otro lado de la pared. El viejo estaba a punto de morir. Orphïo colocó la mascarilla para sorber el que dentro de unos segundos sería el último aliento del anciano. Los pasos seguían acercándose. La situación comenzaba a ser un bastante estresante. Orphïo podía escuchar los latidos de su propio corazón que se aceleraba a cada momento. ¿Tendría que elegir entre el último aliento del moribundo y salvar su propio pellejo?
Al fin los pasos se detuvieron. Silencio. Y un instante después el pomo de la puerta empezaba a girarse muy lentamente.
Afortunadamente, tanto para el viejo como para Orphïo, la muerte actuó con presteza y para cuando el pomo hubo terminado de girar el último aliento ya había sido extraído. Ahora faltaba enfrentarse con lo desconocido.
La puerta se abrió con cautela y traspasó el umbral otra figura oscura totalmente cubierta. Mucho más siniestra que la de Orphïo. Mucho más siniestra que la propia muerte, pues la misma muerte formaba parte de su ser. Cerró la puerta con la misma cautela con la que la abrió y se detuvo a los pies de la cama. La malévola mente del ser que ocupaba el traje empezó a analizar todo a su alrededor. Alguien se había llevado el preciado bien antes de que llegase.
Orphïo, que observaba astutamente desde el techo, ni siquiera era capaz de imaginar el relámpago de rabia que cruzaba por el cuerpo de la nueva figura. Súbitamente reconoció a su oscura y rabiosa figura a los pies de la cama: se trataba de Ker, una despiadada y violenta cazadora de alientos. A ésta no le importaba matar con tal de conseguir prematuramente su objetivo. Pero en este caso se había retrasado a su cita con la muerte.
Antes de que la indeseable se terminase de percatar de que encima suya se encontraba Orphïo éste se abalanzó sobre ella para inmovilizarla. Pero la perfección de la violencia en forma femenina no se quedó de brazos cruzados ni mucho menos. Se revolvió como sólo la maldad personificada sabe revolverse y acabó agarrando a Orphïo por el cuello.
Aquella lucha resultaba desconcertante. Los dos contendientes ponían el máximo empeño en neutralizar a su rival, cada uno a su manera, y al mismo tiempo procuraban luchar en el más absoluto de los silencios. Cualquiera que pasase cerca de la habitación del reciente cadáver no habría advertido ningún signo de la lucha que allá dentro estaba teniendo lugar.
-¡Maldita sea Orphïo! Te voy a romper el cuello y luego te voy a robar el alma de ese desgraciado -dijo Ker en un susurro de voz áspera.
Aquella servidora del infierno hecha carne y hueso había enloquecido. Orphïo ni siquiera podía hablar debido a la presión que las manos de Ker ejercían sobre su cuello. Pero guardaba una baza que esta vez le salvaría la vida. De los hombros de su traje salieron disparados dos tentáculos que fueron a parar directos a las sienes de aquella loca que le aferraba con instintos homicidas. Un segundo después el cuerpo de Ker yacía inconsciente sobre el suyo. Y así permanecería durante un rato.
Orphïo escapó de allí con el cuello dolorido y con el aliento en el bolsillo. Pero no podía dar por terminado aún su trabajo.
-Mi querida Euríade...
Tiene toque de historia de Batman, mola. y los tentáculos también xD
ResponderEliminarBatman, ¿en serio?
ResponderEliminarSiiii, yo dije que los tentáculos molaban!!! :-D
ResponderEliminarQueridos lectores:
EliminarPedid por esa boquita y se hará lo que se pueda en la medida de lo posible.
¡¡¡Tentaculástico!!! ¿El recipiente donde se guardan los alientos es transparente? En caso de ser así, ¿el susodicho último hálito de vida obtiene algun tipo de color característico?
ResponderEliminarEl recipiente es oscuro como el resto del traje. Y el úlimo aliento pues depende de la última comida del recién fallecido. Si comió calamares en su tinta pues será más bien negruzco, en cambio si comió espinacas con jamón será más bien verdoso.
EliminarNo en serio, el último aliento es transparente.
Sigo esperando los Predators...
ResponderEliminarPero tu no decías que querías un alien?
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