"Eh, oye, sería una casualidad que alguien me hiciera ahora una foto a contraluz aquí, en la Sala de los Toros. ¡Pero seguro que quedaría genial, tío!" |
Me
sentí tremendamente halagado cuando los chicos de esta casa me pidieron que
hiciera una colaboración con el blog. También me dio cierto miedo, y durante
tiempo me estuve devanando los sesos pensando en qué podría criticar… Tenía que
ser algo que no solo estuviera a la altura de las expectativas (aquí hay mucho
nivel), sino que además chirriara un poco en mis otros blogs (que luego si no
hay envidias y yo mismo me siento mal). Así que, cuando vi lo competitivo que
se volvió Andrés en su última retro-review yo también me pregunté: “¿qué puedo
hacer para superarle? ¿Qué obra de arte anterior a Gilgamesh puedo reseñar aquí?”. Ya que no puedo superar a estos
chicos en extensión de las entradas ni en calidad, al menos intentaré
superarles en antigüedad (aunque si se ponen pueden vencerme todavía, reseñando
alguna Venus, por ejemplo). La respuesta no tardó en llegarme en forma de toros
pintados en las paredes de una cueva: señoras y señoras, estamos ante el arte magdaleniense
de la cueva de Lascaux.
Algunos (o muchos) os preguntaréis por qué he elegido esta obra precisamente, pudiendo presumir del orgullo cultural patrio (que es prácticamente lo único que tenemos… tuvimos por aquí) de Altamira. Los motivos son dos, muy simples: en primer lugar, Altamira es más conocida (eso es un hecho) y probablemente más importante, por su valor artístico; en segundo lugar, Lascaux es anterior. La combinación de ambos factores me llevó a decidirme por el conjunto francés. Total, tratamos del Paleolítico (Superior en este caso), y a la gente le interesará o desinteresará igual, hablemos del conjunto que hablemos.
Cabe
destacar que podía haber elegido conjuntos tanto más emblemáticos (como el ya
mencionado de Altamira) como anteriores (en la misma Francia tenemos los de
Dordogne, cercanas a Lascaux, o Cosquer).
Lo interesante de Lascaux, sin embargo, aparte de su importancia artística y
didáctica para el estudio de la Prehistoria, es el desarrollo de su
descubrimiento. Cuando un chaval la descubre en 1940 (como sucede con muchas de
estas cuevas, Altamira incluida, que la descubrió una niña pequeña), todo va de
mal en peor. La cueva logra una gran popularidad, a pesar de las dataciones
inexactas de los expertos, que la achacan al arte auriñacense (prácticamente
doblando su edad real), y comienza a ser invadida por legiones de visitantes,
que son su sola presencia dañan la cueva. Así, en 1963 se convierte en el
primer yacimiento prehistórico que es cerrado al público para evitar su
deterioro (catorce años antes del cierre temporal de Altamira, y casi 40 antes
de su cierre definitivo… hasta en preservación nos ganaron por la manga), y se
procede a la construcción de una réplica perfecta de ésta.
Aparte de la réplica construida, el sitio web oficial del yacimiento nos ofrece un recorrido virtual por toda su estructura. |
- Composición de las
pinturas
Más
de 2.000 figuras se alinean a lo largo de las paredes kársticas de la cueva,
siendo casi la mitad de ellas (cerca de 900, al menos) representaciones de
animales, y correspondiendo el resto a figuras humanas, abstractas o incluso
mapas estelares. Constelaciones, vamos.
La calidad de las pinturas
es sorprendente. Tanto, que como había pasado con la maravilla cantábrica en el
siglo xix, se pensó que lo de
Lascaux era un fraude. Las pinturas usan técnicas que van desde la gradación
cromática (hasta 25 tonalidades) a la coloración parcial, el uso de pigmentos
diversos, la esquematización frente al detalle, la descomposición de los
cuadros, o incluso el uso bastante acertado de la perspectiva. El realismo
permite identificar sin dificultad una buena parte de los animales, gracias
también al detallado análisis de su movilidad y su anatomía, muy medida en las
representaciones.
El mapa del sitio no lo explico de forma pormenorizada para evitar que os fosilicéis como los útiles líticos aquí encontrados. |
Este
movimiento se puede apreciar, por ejemplo, en la más importante de las salas de
la cueva, la Sala de los Toros (siendo de gran importancia también El Pozo),
donde 36 figuras se ven presididas por cuatro uros, el mayor de ellos superando
los cinco metros, y convirtiéndose así en la mayor figura jamás pintada del
arte rupestre. Imponente.
Por otra parte, cabe
destacar que tanto las figuras abstractas como los presuntos mapas estelares se
ven cargados de toda una polémica que los circunda. En el primer caso, muchos
lo consideran una escritura sin descifrar, una afirmación que sin duda es
osada… pero que no estaría carente de sentido, si tenemos en cuenta que la
elevada complejidad de las pinturas nos pone ante una sociedad con una
sofisticación inimaginable hasta hace pocos años. Y lo mismo, poco menos, se
puede decir de los mapas estelares, sabiendo además en este caso la importancia
que han tenido las constelaciones y la astronomía en general para los
habitantes del Paleolítico (no olvidemos Stonehenge).
- Importancia histórica
Las
pinturas son una de las mayores fuentes para estudiar el arte rupestre del
Paleolítico Superior. No solo debido a su calidad y su antigüedad, sino gracias
a que combinan ambas características para permitir un estudio mucho más
complejo del período. Henri Breuil dijo de ella, no exento de razón, que era la
“Altamira francesa”, y que dado su mayor antigüedad permitiría incluso explicar
las pinturas cántabras, que se extienden del magdaleniense al auriñacense. Si
bien esto último no termina de ser cierto, puesto que en Altamira se han
encontrado obras que exceden la antigüedad de Lascaux, sí es bastante
interesante como fuente para el estudio del período que nos ocupa.
Tanto
es así, que la cueva fue considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,
al igual que varios yacimientos cercanos que conforman el mayor conglomerado de
cuevas prehistóricas de Europa occidental. Así que ya sabéis: si sois fanáticos
de la Prehistoria, o si simplemente queréis hacer gala de vuestra ignorancia
riéndoos de cómo pintaban hace casi 20.000 años… Ni se os ocurra acercaros a la
réplica de la cueva, que los historiadores la necesitamos. Os conformáis con el
recorrido virtual y punto.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
P.D:
las borderías del último párrafo, o a lo largo del artículo, son simples pullas
cariñosas. Los lectores de mis blogs saben que quiero a todos y cada uno de
ellos, y eso se repite aquí. Gracias de nuevo al staff por invitarme.
(Spartan
George, el aquí firmante, es redactor en Rockrítico, La Pluma Rota, y Yo Me Bebo Tu Batido: tu blog de cine. O eso
dice)
Mu chula la entrada, te la he editado para que salga el corte de "Quiero leer más", que quedaba todo el texto ahí de sopeton en la portada.
ResponderEliminarBuenísimo Spartan. Gracias por acercanos este pedazo de la historia de la tierra y por colaborar con nosotros.
ResponderEliminarAy, sí, perdón, que se me olvidó el salto de línea. Gracias, Longhinos :)
ResponderEliminarY bueno, gracias a los dos por leerlo, y por invitarme a publicar aquí. Me alegro de que os haya gustado ;)
Lascaux fue sin duda uno de los sistemas de cuevas que más me impactó cuando estudié arte paleolítico. Me ha gustado recordarlo, aunque no tanto volver a leer a Breuil, creía haberle olvidado para siempre en el último examen...
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