Sí, no miréis con incredulidad el título de la entrada. No, no busquéis información sobre su fallecimiento más allá de esta página, pues no encontraréis nada. Quizás sea conveniente para algunos mantener una noticia de tal calibre oculta. O quizás simplemente siguen negándoselo a sí mismos, perplejos ante el hecho de que jamás volverán a ver a John McClane, no volverán a oír sus chascarrillos ni a verle derribar un helicóptero atropellándolo. Nakatomi Plaza se viste de luto tras ver expirar al héroe que salvó su estructura de un ataque terrorista sin precedentes.
Somos un medio privilegiado, pues hemos logrado acceder al informe final sobre las circunstancias del fallecimiento de tamaño héroe, hemos leído su autopsia y hemos visto su cuerpo inerte en la morgue, experiencias que aquí compartiremos. Pero si hay algo más grande y relevante que su muerte, ése es su legado. Así pues, veamos cuál ha sido la trayectoria de este gran agente de la ley, sus idas y venidas, todos sus picos, hasta el descenso final a una muerte inmerecida.
John McClane, 5 de marzo de 1955 (Plainview, New Jersey), 14 de febrero de 2013 (Moscú, Rusia); fue, además de héroe, oficial de la policía de Nueva York y posteriormente ascendido a teniente de la policía de Los Angeles. Su vida privada es caótica debido en gran parte a que su vida laboral lo es tanto o más. Estuvo casado, recientemente divorciado, con Holly Gennaro, con la que llegó a tener dos hijos: Lucy, con la que costosamente recuperó su relación; y John 'Jack' McClane Junior, con el que más de lo mismo. Pero no podemos culpar de la disfuncionalidad de su familia exclusivamente a John McClane Senior, pues son varios los acontecimientos que han propiciado la disgregación de sus miembros hasta puntos casi inretornables.
La casi total dedicación a su trabajo hizo de John un hombre distante, pero irónicamente sería ejerciendo sus labores policiales -aunque nunca de servicio- como iría recuperando poco a poco la confianza con la mayoría de sus congéneres:
1988: Nakatomi Plaza
Tras la primera crisis matrimonial debido al trabajo y a la localización del mismo, John decide abandonar su reducto neoyorquino para acudir a Los Ángeles e intentar pasar unas bonitas navidades con su mujer y sus hijos. McClane es invitado por error a una fiesta en el edificio del trabajo que ha propiciado la separación con su mujer, bueno, ya casi ex-mujer, pues descubre que ha vuelto a utilizar su apellido de soltera. Después de discutir brevemente sobre las condiciones -alojamiento, tareas a realizar...- en las que John pasará las navidades, Holly es llamada a realizar un brindis con todos los miembros directivos de la empresa, con lo que John aprovecha para descansar y darse una ducha de gato tras su largo viaje. Bajo recomendación de un compañero de vuelo, decide quitarse el calzado. Craso error.
Pronto los terroristas entran en acción. Liderados por Hans Gruber, aislan todos los accesos hasta la planta 32, la planta de la fiesta, tomando así a todos los participantes por rehenes. Claro que John no participaba en la fiesta...
<<La sensación de agobio que nos produce sólo escuchar a alguien narrar lo sucedido en aquél edificio no hace más que acrecentar la figura de McClane como héroe.>>
Comienzan a sucederse entonces una serie de peripecias surgidas directamente de la astucia de John como policía o como un Rambo encerrado en una jungla, en este caso de cristal. John siempre parece estar un paso por delante de todos, pero John no es vulnerable. Hemos oído mil historias de héroes atemporales que parecen invencibles. John está a punto de palmarla en cuantiosas ocasiones. John termina su aventura y su heroicidad con un 80% del cuerpo cubierto por heridas. Esto, unido al acercamiento psicológico -temor ante la separación, arrepentimiento, deseo de estar con sus hijos- que nos propició con sus conversaciones con un agente de la policía de Los Ángeles, hacen de John un héroe cercano y familiar. Ésto es clave posteriormente, pues supone un acercamiento con todo el pueblo de L.A., incluído el cuerpo policial, que enseguida le ofrece un puesto de teniente que John acepta sin pensárselo, no por la remuneración ni por lo elevado del rango, si no por la posibilidad de trabajar cerca de su épicamente recuperada familia.
Heroicidad de John: 8,5/10.
1990: Dulles' Airport, Washington
Tras un año en el que John ha seguido incrementando su currículum como teniente, pero compaginándolo -ligeramente- mejor con sus deberes como padre y esposo, se dispone, de nuevo en navidad, a reencontrarse con su mujer en el aeropuerto de Dulles, la cuál vuelve de un viaje de fructíferos aunque hastiados negocios. Pero de repente McClane se ve envuelto en otra situación comprometedora y su 'YO' héroe no le permite hacer la vista gorda ante la inminente amenaza. Esta vez los terroristas han secuestrado todo un aeropuerto, por lo que John dispondrá de más espacio para dar rienda suelta a sus habilidades como figura de acción, aunque también será mayor el terreno que cubrir, con lo que las dificultades también se incrementan.
John en realidad sólo sabe una cosa: los terroristas están impidiendo el aterrizaje de la mayoría de los aviones -lo que incluye ése en el que viaja su mujer-, con lo que su misión parece clara: acabar con todos y cada uno de esos hijos de puta sea cuál sea su objetivo real para así poder reencontrarse con su esposa.
<<John, además, debió enfrentarse cara a cara con uno de sus mayores miedos: las escaleras mecánicas.>>
Aunque enseguida descubre que lo que pretenden conseguir los terroristas es liberar a un dictador sudamericano que además resulta ser casi dueño del cartel colombiano, con lo que las motivaciones de John se incrementan: ¿Permitirá John la liberación de uno de los mayores traficantes del mundo, posibilitando así que las probabilidades de encuentro entre sus hijos y las drogas se incrementen notablemente?
Su misión es ahora aún más clara: acabar con todos y cada uno de esos hijos de puta que puede que provoquen un accidente fatal en el avión de su mujer y que además quieren volver a sus hijos adictos a la heroína.
John McClane jamás permitiría eso. Y aunque sus actos quizás no tuvieron tanta relevancia como los de Nakatomi Plaza -la gente se sorprendió bastante menos, pues ya sabían de lo que John era capaz-, debido en gran parte a la ocultación de los medios para tranquiliza a pasajeros y familiares, la labor de John siguió siendo impecable. A él tenemos que agradecerle, además, un mundo con unas pocas drogas menos.
Heroicidad de John: 8/10.
1995: "Simon says." New York City
Este es, quizá, uno de los episodios más complicados de la vida de John McClane. Definitivamente separado de su mujer y perdido casi todo contacto con sus hijos, John decide tener por compañera a la bebida, pues a causa de sus depresiones alcohólicas anda también suspendido de empleo y sueldo en la policía de Nueva York, ciudad a la que volvió tras su divorcio. Es precisamente en uno de sus habituales estados post-ingesta -comúnmente conocidos como 'resacas'- cuando empiezan a ser detonadas bombas por doquier.
El cuerpo de policía recibe una llamada anónima, la cuál exige la presencia del detective John McClane si tienen intención de detener el estallido de explosivos a lo largo y ancho de la ciudad. John se ve obligado a aceptar a pesar de lo confuso de la situación. Las peticiones del nuevo terrorista vienen precedidas de un "Simón dice" si quiere dotarlas de veracidad. Algo simple en principio, ¿no? Bueno, pues los policías aún se las arreglan para cagarla en alguna que otra situación, demostrando así una ineptitud a la que John tiene que poner remedio. Pero John no está sólo en esta aventura, pues cuando un negro llamado Zeus le salva de ser apaleado por unos jóvenes malhechores en el Bronx, acaba uniéndose a él por mucho que intente evitarlo.
El terrorista va mostrando a John una serie de acertijos que tiene que resolver en un tiempo limitado si pretende que no exploten más bombas, pero más tarde que pronto terminan descubriendo que todo el asunto rollo "Enigma" de Batman es sólo una tapadera del auténtico plan del villano: Robar los lingotes de oro del National Bank. Pero entonces, ¿por qué putear a McClane, y sólo a McClane, de esta forma? Pues si a John se la suda, a nosotros también. Sólo sabe que tiene que salvar a cantidad de civiles y, posiblemente, a la ciudad entera de las amenazas de un energúmeno sociópata. Y lo hace, demostrando no sólo sus habilidades físicas, si no una inteligencia que me gustaría veros a vosotros en tales situaciones. Y todo ello aderezado con un poquito de divorcio y una relación paterno-filial casi inexistente. John McClane logra sobreponerse a su enemigo y a sí mismo. John McClane más héroe que nunca.
El cuerpo de policía recibe una llamada anónima, la cuál exige la presencia del detective John McClane si tienen intención de detener el estallido de explosivos a lo largo y ancho de la ciudad. John se ve obligado a aceptar a pesar de lo confuso de la situación. Las peticiones del nuevo terrorista vienen precedidas de un "Simón dice" si quiere dotarlas de veracidad. Algo simple en principio, ¿no? Bueno, pues los policías aún se las arreglan para cagarla en alguna que otra situación, demostrando así una ineptitud a la que John tiene que poner remedio. Pero John no está sólo en esta aventura, pues cuando un negro llamado Zeus le salva de ser apaleado por unos jóvenes malhechores en el Bronx, acaba uniéndose a él por mucho que intente evitarlo.
<<A pesar de que John sigue siendo el protagonista pleno de la historia, le debe y mucho al que se convirtió en su compañero de patrulla durante un día: Zeus.>>
El terrorista va mostrando a John una serie de acertijos que tiene que resolver en un tiempo limitado si pretende que no exploten más bombas, pero más tarde que pronto terminan descubriendo que todo el asunto rollo "Enigma" de Batman es sólo una tapadera del auténtico plan del villano: Robar los lingotes de oro del National Bank. Pero entonces, ¿por qué putear a McClane, y sólo a McClane, de esta forma? Pues si a John se la suda, a nosotros también. Sólo sabe que tiene que salvar a cantidad de civiles y, posiblemente, a la ciudad entera de las amenazas de un energúmeno sociópata. Y lo hace, demostrando no sólo sus habilidades físicas, si no una inteligencia que me gustaría veros a vosotros en tales situaciones. Y todo ello aderezado con un poquito de divorcio y una relación paterno-filial casi inexistente. John McClane logra sobreponerse a su enemigo y a sí mismo. John McClane más héroe que nunca.
Heroicidad de John: 9/10.
2007: United States of America
Como podéis comprobar, parece que las desventuras de John cubren cada vez más espacio geográfico. ¿Dota esa ampliación de terreno de mayor epicidad a sus actos? Desde luego que no. Pues John está ya mayor y se encuentra totalmente descolocado ante la movida que se le viene encima.
Como siempre, un grupo terrorista la lía parda por todo el país, pero en este caso no se trata de tíos con ametralladoras que cojan rehenes o de gente que vaya explotando edificios como distracción. Esta vez los terroristas se componen de un sofisticado y bien entrenado grupo de 'hackers' que se hacen con el control completo de todo lo electrónico del país. Que pasados 7 años del siglo XXI, es ya casi todo. Es por ello que John parece no tener demasiada cabida en la historia. Es ya un detective venido a menos debido a su alcoholismo, así que desde el cuerpo policial le encargan una tarea a priori sencilla: Recoger y custodiar a una especie de eminencia en el mundillo de los sabotajes por ordenador. Y es precisamente ese, que diría Homer J. Simpson, gilí el que salva al país de que los terroristas vacíen las cuentas bancarias de toda la población de un plumazo. Así que la tarea de John se basa simplemente en ir de acá para allá haciendo de niñera.
<<Esta debió de ser, más o menos, la cara de John durante toda la movida.>>
Mientras que en sus anteriores desavenencias con los terroristas de toda índole McClane siempre parecía tener algún recurso de la vieja escuela -o de la escuela del momento en que vivía, más bien-, esos trucos parecen aquí inservibles o poco creíbles. Muchos de los fragmentos de la historia son sólo leyendas creo que inventadas con el objetivo de seguir ensalzando la figura de alguien que ya alcanzó su cenit hace mucho tiempo. McClane es un héroe anacrónico en esta ocasión.
Heroicidad de John: 6/10
2013: Moscow, Russia
Lugar de defunción de nuestro querido héroe. Alcanzamos ahora su etapa más oscura y quizás de la que menos datos reales se conozcan. Puede que el tiempo deposite en los escritos la información verídica de lo que ocurrió, pero hasta el momento sólo tenemos en nuestra cabeza una serie de imágenes que seguramente poco se correspondan con la realidad de lo sucedido.
John viaja a Moscú para reencontraste con su hijo Jack y recuperar su amor. Una vez recuperada la relación con su hija, éste parece ser el último escollo que McClane deba superar para poder terminar sus días en paz. Pero claro, ya conocemos todos la suerte de este tipo, así que al ya de por sí complicado proceso de revalorizarse como padre, le sumamos, como siempre, que una organización terrorista rusa -huelga decir que comunista-, pretende hacer no sé sabe muy bien qué con un fichero que por lo visto cuenta la verdad de lo sucedido en Chernóbil.
La historia es un tanto confusa y los detalles de lo sucedido -así como las hazañas de John e hijo- parecen más bien sacados de una película de ciencia ficción. Esa vulnerabilidad de McClane ha desaparecido por completo justo cuando más vulnerable tendría que ser debido a su avanzada edad. Pero nada, parece ser que a la gente le interesa seguir alargando una leyenda que ya de por sí era lo suficientemente extensa.
Heroicidad de John: No me creo nada / 10.
El cadáver de John McClane fue encontrado a las afueras del Kremlin con la mayoría de sus huesos rotos y varias heridas de bala. Una leyenda que espero que ya nadie siga vapuleando, por respeto a su muerte, pero sobre todo a su vida.
Por último, quiero decir algo a aquél o aquellos que hayan matado a nuestro queridísimo John, pues todos ellos sí que se merecen un rotundo y sonoro:
YIPPEE-KI-YAY, HIJOS DE PUTA.
Descanse en paz, John McClane.
D.E.P. nunca olvidaré la hazaña con las garrafas de agua y la báscula.
ResponderEliminarSi llego a ser yo el que está en esa situación, con una resaca del 15 como tenía John... Yo lo siento pero habría explotado media ciudad. CRACK McClane.
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