Capítulo primero: chirrido.
Por fuera el silencio era absoluto. Un silencio imperturbable y mortífero. Tanto que algunos pensadores se habían preguntado, sin conseguir una respuesta satisfactoria y unánime, si de hecho se podía hablar de silencio en ese tipo de situaciones. Mas en el interior de la Leviatán I se había empezado a escuchar desde hacía un par de minutos la primera sinfonía de Jean Sibelius.
Allí dentro comenzaba a despertarse del letargo inducido Bart Ardan Howard. Era, sin que el tuviese la más mínima idea, el único tripulante con vida de la inmensa nave espacial. El proceso de suministración de drogas y otros nutrientes llevado a cabo por Leviatán I duró apenas unos minutos y cuando por fin Bart tomó conciencia de sí mismo se extrañó al ver que en su compañero, del que curiosamente no recordaba el nombre, no se había iniciado el mismo proceso. No era buena señal.
-Leviatán, ¿qué pasa con... -dijo con voz ronca debido al largo periodo sueño del que había sido partícipe.
-Bart, hemos sufrido algún imprevisto -dijo la voz cuasi humana de la Leviatán I antes de que Bart puede terminar la pregunta-. La nave fue alcanzada por una corriente electromagnética muy intensa y de procedencia dudosa. Ello provocó que algunos de mis sistemas fallasen, entre ellos el sistema automático de reparaciones. También falló el sistema de soporte vital de la cápsula de letargo número dos para tripulación. Me temo que Antoine está muerto.
Aquello era terrible. No sólo por el hecho de que hubiese muerto el tal Antoine sino por la situación de emergencia en la que se encontraba la nave. En cuanto a Antoine era una lástima que hubiese muerto sin llegar a conocerle. Seguramente era un buen tío ya que el programa espacial se encargaba de asegurar compañeros totalmente compatibles y complementarios mediante un profundo estudio psicológico tanto a nivel consciente como subconsciente.
-Por esa razón -volvió a la carga la voz de la Leviatán I- me he visto en la obligación de interrumpir tu letargo Bart. Es la única decisión que puedo tomar sin tu consentimiento y me parecía que la situación lo requería. Sabes que yo nunca os haría nada malo, Bart.
-Está bien Leviatán, ¿qué opciones tenem...?
Tampoco pudo acabar la frase en esta ocasión ya que sucedió algo inaudito. Un sonido ultra agudo imperceptible para el oído humano fue disminuyendo su frecuencia haciéndose cada vez más grave y más fuerte. Bart comenzó a percibirlo en el momento en que abrió la boca para hablar. Aquello era más molesto cuanto más tiempo pasaba.
-Leviatán, ¿qué está ocurriendo? -preguntó casi gritando y con las manos en los oídos debido al dolor que provocaba la fuerza de la onda sonora.
-Bart, me temo... ata de o... udida elect.. ica -consiguió entender Bart, debido a que la voz de Leviatán I se entrecortaba apareciendo y desapareciendo con un acento cada vez más distorsionado y metálico.
Al cabo de un minuto el estruendo era tan fuerte y grave que toda la nave retumbaba a intervalos que cada vez se separaban más entre sí. Bart ni siquiera podía pensar. Notaba como sus órganos se movían y chocaban en su interior. Al fin una última sacudida que duró casi tres segundos dejó paso al silencio absoluto. Aunque no tan absoluto como en el exterior de la Leviatán I.
Sublime Eduardo, me ha encantado! Tendré que esperar al próximo lunes para el próximo capítulo??
ResponderEliminar¡Gracias!
ResponderEliminarNo se sabe amigo. La información no me llega de manera periódica desde la nave Leviatán. Según la vaya recibiendo la iré subiendo. ;)
Me gusta.Ciencia-ficción asi a ojo. Esperemos que Leviatan no se acabe pareciendo a otro ojo rojo... y no me refiero al del culo, sino al Hall 9000 xD.
ResponderEliminarA ver si hay suerte y las retransmisiones te llegan sin mucho retraso!!