Pero ese silencio no era otra cosa que una sordera temporal provocada por la potentísima onda que acababa de atravesar la Leviatán I. Al abrir los ojos Bart se dio cuenta de que el interior de la nave estaba inundado por una luz roja parpadeante. Esto tampoco era buena señal. Además poco a poco, como una tormenta que se acerca desde lontananza, y a medida que recuperaba la capacidad auditiva Bart comenzó a distinguir la sirena de alarma de la nave. Una fuerte brisa. El casco de la nave había sufrido una minúscula fisura. El modo en que Bart actuase en los próximos segundos sería crucial para su supervivencia. Pero Bart había sido bien entrenado. Mantuvo la calma y se dispuso a...
-...art, Bart -oía como si se tratase de la voz de un sueño del pasado-, ¡Bartholomew despierte! ¡Bajen un poco las luces maldición!
Bart empezó a abrir los ojos poco a poco. Por un momento se sintió desubicado, como si no supiese donde se encontraba, pero luego recordó. Estaba en una de las múltiples bases de la Agencia Mundial para
la Exploración Espacial. Acababa de someterse a la última prueba. La más
difícil del largo y complejo conjunto de exámenes que dictaminaban el
acceso al cénit del sueño humano: dirigirse hacia las estrellas.
Delante estaba el doctor Yoshisada y su séquito de médicos especialistas. Yoshisada había realizado el seguimiento del sujeto 641, de nombre Bart Ardan Howard, desde su ingreso en la Academia Espacial. Era un oriental engominado de mediana edad con un sentido del humor tan agradable como útil en ese ambiente de competitividad extrema.
-¿Y bien, doctor Yoshi? -preguntó Bart con aire sonriente, pues aunque no recordaba nada del sueño guiado intuía que había superado el examen.
-Bart Ardan Howard, me agrada anunciarte que has superado la prueba de comportamiento subconsciente en sueño guiado. Mantuviste la calma y la cordura. Definitivamente estás dentro de la misión. Ahora deberías descansar hasta el día del despegue. Y por cierto: te he dicho mil veces que no me llames Yoshi -concluyó el doctor devolviéndole la sonrisa.
Tras realizar los últimos chequeos de las funciones vitales y retirar los parches de la piel de Bart el grupo de doctores se retiró de la pequeña sala llevándose el equipo médico. Bart aprovechó la situación para reflexionar un poco antes de volver a su habitación. Tenía mucha confianza en sí mismo desde que era un niño. Esto le confería una gran tranquilidad a la hora de afrontar dificultades. Sabía que iba a superar todas las pruebas de la Academia y en efecto así fue.
Después se incorporó apoyando los pies en el suelo y finalmente se levantó y dirigió a la pared que tenía enfrente.
-Espejo -dijo firmemente.
Al instante la enorme pared alabastrina cambió su blanca superficie por la de un espejo. Y allí estaba él. El ser humano perfecto: alto, atlético e inteligente. Su imagen parecía sacada directamente de un libro de estudio de la anatomía humana. Unos profundos ojos azules le devolvían la mirada. Aquél que hacía tan sólo unos minutos habría podido incluso bromear tras someterse al más difícil examen de todos se mostraba ahora serio. Alguien que no le conociese del todo podría decir incluso que se le veía preocupado. Y en verdad esto era lo que sospechaban quienes vigilaban a Bart desde la otra parte del espejo.
Tras realizar los últimos chequeos de las funciones vitales y retirar los parches de la piel de Bart el grupo de doctores se retiró de la pequeña sala llevándose el equipo médico. Bart aprovechó la situación para reflexionar un poco antes de volver a su habitación. Tenía mucha confianza en sí mismo desde que era un niño. Esto le confería una gran tranquilidad a la hora de afrontar dificultades. Sabía que iba a superar todas las pruebas de la Academia y en efecto así fue.
Después se incorporó apoyando los pies en el suelo y finalmente se levantó y dirigió a la pared que tenía enfrente.
-Espejo -dijo firmemente.
Al instante la enorme pared alabastrina cambió su blanca superficie por la de un espejo. Y allí estaba él. El ser humano perfecto: alto, atlético e inteligente. Su imagen parecía sacada directamente de un libro de estudio de la anatomía humana. Unos profundos ojos azules le devolvían la mirada. Aquél que hacía tan sólo unos minutos habría podido incluso bromear tras someterse al más difícil examen de todos se mostraba ahora serio. Alguien que no le conociese del todo podría decir incluso que se le veía preocupado. Y en verdad esto era lo que sospechaban quienes vigilaban a Bart desde la otra parte del espejo.
Eres un little tarantino comenzando la historia realmente en el segundo capitulo para asi sobre enterder el primero. Me gusta! Mas capitulos
ResponderEliminarMuchas gracias!
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