martes, 11 de junio de 2013

"Cazador de alientos" (6)


Capítulo sexto: huida.

  Con la velocidad de un fulminante rayo los tentáculos del traje de Orphïo se adherieron a las sienes de Diablo. "Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas". Este pensamiento pasó tan rápido y durante tan poco tiempo por la mente de Orphïo que ni si quiera Diablo, con sus técnicas telepáticas, fue capaz de predecirlo. De hecho, incluso nuestro héroe quedó sorprendido por la velocidad de su acto.

  Diablo se desplomó inconsciente en el suelo.

   -Benditos tentáculos.

  Sin perder ni un ápice de tiempo y con el corazón bombeando sangre a mil por hora, Orphïo fue derecho al reecuentro con su amada. Advirtió que tenía el cuerpo cubierto por una tela sedosa y aún así la reconoció a la perfección. Era ella por fin. Euríade. Inconsciente pero con vida. Ahora había que salir de allí. Salir del alcance de Diablo.

  Sin pensarlo ni siquiera una vez, la cogió en brazos y salió disparado hacia el ascensor. Notaba como la sangre recorría las arterias y venas más anchas de sus piernas. Notaba también que sus piernas no eran capaces de asimilar toda la potencia que su cerebro imprimía en ellas. Correr más que nunca en toda su vida. Ya habría tiempo para preocupaciones. O no.

  -Hola Orphïo, te esperaba muchacho -saludó Carón, el ascensorista ciego-. ¿Sabes? creía que nunca lo ibas a hacer. ¡Venga sube!

  Mientras el ascensor comenzaba a ascender con los tres a bordo, Diablo comenzaba a despertarse. Su mente comenzaba a funcionar y sus poderes telepáticos con ella. Un grito desgarrador y terrorífico inundó El Infierno. 

  -Ya hemos llegado. ¡Corred!

  -Carón...

  -Orphïo, ¡no hay tiempo para eso! -respondió el viejo. Nuestro héroe comenzó su huida a toda prisa hacia el desguace-. ¡Ah, y no hace falta que me des ahora una moneda, ya me la darás! Yo os conseguiré algo de tiempo.

  Pero aquello jamás pasaría. Diablo, aunque lento corriendo era rápido pensando. Avisó mentalmente a Ker, que ya se había recuperado del último encuentro con Orphïo. Ya estaba en el desguace. 

  Ker le abordó en la oscuridad metálica del desguace, y el terror y la sorpresa de nuestro protagonista fueron infinitos. Pero Ker no hizo nada. Le miró a los ojos a través de las máscaras. También miro a Euríade. Luego se quitó la careta. Una cara de mujer, huesuda y con ojeras, tomó contacto con el frío de la noche artificial. Lo envejecido de su cara contrastaba con la rojez de su melena. 

  -Orphïo... hijo de perra... ¡Te odio! -gritó en un susurro con cara congestionada-. Yo también tuve un "Euríade". Y todos los cazadores de alientos. Pero hace años que no está. 

  No daba crédito a lo que sucedía. ¿Su peor enemigo estaba confraternizando con él?

  -Huye con ella. Huye con ella por todos los cazadores de alientos. Yo... no podré soportar la tortura de Diablo por haber fallado. ¡Id a la superficie!

  Acto seguido Ker hundió el filo de su cuchillo en su propio cuello pasándolo de un lado a otro.  Su aliento impregnó para siempre la atmósfera subterránea.

  Así, gracias a su más mortal enemigo, Orphïo y Euríade consiguieron reunirse y escapar a la superficie. Pero su supervivencia más allá del alcance de Diablo es otra historia.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho Edward, sobre todo ese final a lo "Conan el bárbaro"

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  2. Eh!! Yo sabía que los tentáculos serían útiles :-). Muy bueno el relato.

    Marcelo.

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  3. Gracias chicos. La historia se ha escrito, en parte, gracias a los que la habéis ido leyendo. :)

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  4. Para ser un encuentro con el ser mas malvado del inframundo.... creo no le sacó el zumo que podía haberle sacado. Como que fue a las apuradas... aunque hizo muy bien en no pensar el ataque, e improvisarlo de modo que no lo notara su telepatía. Pero eso.... para ser una fuga, fue muy fugaz. Buen relato.

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