Cinema Paradiso (1988)
Giuseppe Tornatore
Philippe Noiret, Jacques Perrin, Salvatore Cascio, Agnese Nano, Brigitte Fosey
"Cinema Paradiso es una historia de amor por el cine. La película narra la historia de un niño de un pueblecito italiano, en el que el único pasatiempo es disfrutar de las películas del cine Paradiso. Subyugado por las imágenes en movimiento, Salvatore cree ciegamente que el cine es magia, pero, un día, Alfredo, el operador, accede a enseñarle al pequeño los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película. Salvador va creciendo y llega el momento en el que debe abandonar el pueblo y buscarse la vida. Treinta años después, recibe un mensaje, en el que le comunican que debe volver a casa."
Adivinanza nº 6 - Cinema ParadisoEnnio Morricone |
Por
circunstancias del destino parece que últimamente me encargo de películas que
homenajean de una forma o de otra al cine. Llevo tiempo sin escribir y mi
última entrada fue sobre Ed Wood, esta sin embargo es de otro calado, de otro
genero totalmente distinto. Hoy es un regalo poder escribir sobre Cinema
Paradiso, doy gracias por no tener que volver a ver algo como Dragon-Ball: Evolution y
encima escribir sobre ella. Nunca ha sido mi fuerte encontrar la moraleja o el
sentido más correcto de las cosas: cine, poesía… Espero que mi punto de vista
no les parezca muy disonante.
Cinema
Paradiso es una película que narra con enorme sensibilidad la relación entre
tres factores: Alfredo, Salvatore y el cine. No es que no intervengan otros
personajes o factores, sino que la película los rodea desde el principio hasta
el final de una manera o de otra. Comienza con la noticia de la muerte de
Alfredo, a partir de ahí Salvatore recordará su vida con amplio detalle (tanto
que en un primer momento la película duraba 155 minutos pero el escaso éxito
obtenido en taquilla les obligaron a reducirla a 123 minutos y lograr gran éxito
mundial). El director, Giuseppe Tornatore nos presenta la película en tres
partes de la vida de Salvatore, o Totó, protagonista, de niño, adolescente y
hombre adulto. Cada parte está llena de sensibilidad, como dije anteriormente,
y de amor. Ese amor está lejos de ser gratuito, es más amor en la forma, amor
en el trato más que en un contenido forzado de película cursi. Todo ello con el cine como vehículo que transporta esas enseñanzas bañadas en cariño de Alfredo a través de la belleza intrínseca del séptimo arte.
Estamos
en el final de la década de 1940, con las consecuencias que trajo consigo la
segunda guerra mundial recién finalizada. Por ello Tornatore nos presenta al
cine como ese elemento capaz de evadir de los problemas diarios a la gente. La
gente buscaba nuevas historias, historias imposibles y para ello acudía al
cine, aun teniendo la influencia de la iglesia que actuaba como elemento censor
de cualquier escena que pudiera estar “subida de tono”. Sin embargo, pese a las
penurias, y a los momentos malos que suceden en esta época, Tornatore quiere
convertir su película en una historia entrañable que hable del cine, pero que también nos
haga disfrutar, que nos conmueva, pero con el leve toque de humor de las
películas de los 80 del sur de Europa (se pueden ver ciertas similitudes con el
cine español de esa época).
REALMENTE,
parece que siempre estoy adulando y que tengo el adjetivo “genial” y
“formidable” en el portapapeles, pero lo dije al principio de formar el blog, intentaré
acercar aquellas películas que me parezcan interesantes, por ello la gran
mayoría de las que pongo aquí me parecen geniales, así como la actuación de
Phillipe Noiret en el papel Alfredo, una absoluta maravilla, haciendo de mentor
de Totó y transmitiendo cariño, no sólo a él sino al espectador. Alfredo es un personaje que se mantiene dentro de ciertos estándares, el mentor del niño que no tiene vida más allá del cine. Siempre con frases precisas propias de una sabiduría natural, de la experiencia que le ha dado la vida.
Otro personaje que no pasa desapercibido, supongo que por las circunstancias actuales, es el nuevo dueño del Paradiso, ese hombre que lo reconstruye, que le vuelve a dar forma y vida. Desde que aparece tengo la sensación de que al ser empresario en algún momento va a hacer algo malo, pero sin embargo he sido víctima de mis propios prejuicios y de la imagen que tenemos ahora de los empresarios, que hacen lo que sea por ganar dinero, pero sin embargo aquí aparece un empresario con la única pretensión, a parte de hacer negocio, de agradar a la gente que vio sufrir cuando vieron irse su cine. Esta película es de 1988 y supongo que en esa época no era tan popular este sentimiento contra los empresarios, y por ello esta imagen era posible, de hecho seguro que en su tiempo este personaje sí que pasó desapercibido.
Otro personaje que no pasa desapercibido, supongo que por las circunstancias actuales, es el nuevo dueño del Paradiso, ese hombre que lo reconstruye, que le vuelve a dar forma y vida. Desde que aparece tengo la sensación de que al ser empresario en algún momento va a hacer algo malo, pero sin embargo he sido víctima de mis propios prejuicios y de la imagen que tenemos ahora de los empresarios, que hacen lo que sea por ganar dinero, pero sin embargo aquí aparece un empresario con la única pretensión, a parte de hacer negocio, de agradar a la gente que vio sufrir cuando vieron irse su cine. Esta película es de 1988 y supongo que en esa época no era tan popular este sentimiento contra los empresarios, y por ello esta imagen era posible, de hecho seguro que en su tiempo este personaje sí que pasó desapercibido.
Esta
película que trata el cine dentro de ella misma nos acerca de una manera
curiosa su evolución con el paso del tiempo. Desde un primer momento en el que
Alfredo, a voluntad del obispo, tiene que realizar recortes en las películas
por la censura anteriormente mencionada, pero con el paso del tiempo el rasero
cada vez va siendo más liviano, llegando al punto de aparecer destapes,
desnudos o incluso llegando a haber cine erótico. En cuanto a la maquinaria y
tecnología también nos va mostrando como va cambiando, desde el principio en el
que el temor de que se prendan fuego las bobinas y la máquina, hasta que estas
se vuelven ignifugas, así como el cambio de las primeras películas mudas como cuenta
Alfredo, pasando por películas con voz hasta las últimas que nos muestran la
imagen en color, y hasta efectos especiales (Ulises, 1954).
En la vida de todo hombre siempre hay una mujer que marca un antes y un después. Y María es, ha sido, y será, esa mujer tan especial. Media vida he recorrido con la fortuna de haberla conocido, a veces queriéndola con locura, a veces todo lo contrario, pero siempre cerca uno del otro. Junto a ella aprendí muchas cosas buenas e importantes, y aún continúa siendo el motor de mis alegrías y el paño de mis lágrimas. Por eso quiero dedicarle estas lineas, del todo merecidas, ya que no sólo es alguien excepcional para mí (y para muchísima gente más), sino que fue ella quien decidió, un día del lejano 1990, que ésta era la película que debíamos ver. Apunte anónimo sobre Cinema Paradiso.
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